CAPÍTULO 1. EL ASCENSO DEL SE ˜
NOR TENEBROSO
4
que conduc´ıa a la siguiente habitación, dudando lo que dura un latido del corazón, fue entonces cuando Snape giró la manilla de bronce.
El estudio estaba lleno de gente taciturna, sentada a lo largo de una mesa ornamentada. Los muebles de la habitación hab´ıan sido empujados descuidadamente contra las paredes. La iluminación proven´ıa de un crepitante fuego bajo una hermosa chimenea de mármol trasmontada por una ventana dorada. Snape y Yaxley se quedaron un momento en el umbral. Cuando sus ojos se acostumbraron a la falta de luz, fueron atra´ıdos hacia adelante por la escena en la que una figura humana aparentemente inconsciente que colgaba bocabajo sobre la mesa, se revolv´ıa lentamente como si estuviera suspendida por una cuerda invisible, siendo reflejada en el espejo y en la desnuda y pulida superficie de la mesa de abajo. Ninguna de las personas sentadas bajo esta singular visión estaba mirándola excepto un joven pálido sentado casi directamente bajo ella. Parec´ıa incapaz de evitar mirar hacia arriba a cada momento.
“Yaxley. Snape,” dijo una voz alta y clara desde la cabecera de la mesa. “Llegáis convenientemente tarde.”
El que hablaba estaba sentado justo frente al fuego, as´ı que fue dif´ıcil, al principio, para los recién llegados vislumbrar algo más que su silueta. Cuando se acercaron, sin embargo, su cara brilló a través de las sombras, sin pelo, con aspecto de serpiente, con hendeduras por nariz y brillantes ojos rojos cuyas pupilas eran verticales. Estaba tan pálido que parec´ıa emitir un brillo perlado.
“Severus, aqu´ı,” dijo Voldemort, se˜nalando el asiento a su inmediata derecha. “Yaxley...
junto a Dolohov.”
Los dos hombres ocuparon sus asientos asignados. Los ojos de los que estaban alrededor de la mesa siguieron a Snape, y estaban posados en él cuando Voldemort habló primero.
“¿Y?”
“Mi Se˜nor, La Orden del Fénix tiene intención de trasladar a Harry Potter de su actual casa a un sitio seguro el próximo Sábado al anochecer.”
El interés alrededor de la mesa se agudizó palpablemente. Algunos se tensaron, otros se inquietaron, todos miraban fijamente a Snape y Voldemort.
“Sábado... al anochecer,” repitió Voldemort. Sus ojos rojos se fijaron en los negros de Snape con tanta intensidad que algunos de los asistentes apartaron la mirada, aparentemente temerosos de que ellos mismos resultaran quemados por la ferocidad de la mirada.
Snape, sin embargo, le devolvió la mirada tranquilamente y, después de un momento o dos, la boca sin labios de Voldemort se curvó en algo parecido a una sonrisa.
“Bien. Muy bien. Y esta información proviene de...”
“... de la fuente que hemos discutido,” dijo Snape.
“Mi Se˜nor.”
Yaxley se hab´ıa inclinado hacia adelante para mirar al otro lado de la mesa donde estaba Voldemort y Snape. Todas las caras se giraron hacia él.
“Mi Se˜nor, yo he o´ıdo algo diferente.”
Yaxley esperó, pero Voldemort no habló, as´ı que siguió. “A Dawlish, el Auror, se le escapó que Potter no será trasladado hasta el d´ıa treinta, la noche antes de que el chico cumpla diecisiete.”
Snape estaba sonriendo.
CAPÍTULO 1. EL ASCENSO DEL SE ˜
NOR TENEBROSO
5
“Mi fuente me dijo que trazar´ıan un inexistente plan; debe de ser este. No dudo de que Dawlish esté bajo un Encantamiento Confundus. No ser´ıa la primera vez; se sabe que es vulnerable.”
“Te aseguro, mi Se˜nor, que Dawlish parec´ıa bastante seguro,” dijo Yaxley.
“Si estaba Confundido naturalmente que estar´ıa seguro,” dijo Snape “Te lo aseguro, Yaxley, que la Oficina de Aurores no tomará parte en la protección de Harry Potter. La Orden cree que tenemos infiltrados en el Ministerio.”
“La Orden tiene parte de razón entonces, ¿verdad?” dijo un hombre bajo y grueso sentado a corta distancia de Yaxley; soltó una risita cortante que resonó all´ı y a lo largo de la mesa.
Voldemort no rió. Su mirada hab´ıa vagado hacia arriba hasta el cuerpo que se revolv´ıa pesadamente en lo alto, y parec´ıa estar inmerso en sus pensamientos.
“Mi se˜nor,” siguió Yaxley. “Dawlish cree que toda una cuadrilla de Aurores se ocupará de trasladar al chico...”
Voldemort alzó una larga mano blanca, y Yaxley se calló al instante, observando resentido, como Voldemort volv´ıa a girarse hacia Snape.
“¿Dónde van a ocultar al chico después?”
“En la casa de un miembro de la Orden,” dijo Snape. “El lugar, según la fuente, ha sido equipado con cada protección que la Orden y el Ministerio juntos han podido proporcionar. Creo que habrá poca oportunidad de cogerle una vez esté all´ı, mi Se˜nor, a menos, por supuesto, que el Ministerio haya ca´ıdo antes del próximo Sábado, lo cual podr´ıa darnos la oportunidad de descubrir y desbaratar algunos encantamientos para romper posteriormente el resto.”
“Bien, ¿Yaxley?” llamó Voldemort, la luz del fuego iluminaba extra˜namente sus ojos rojos. “¿Habrá ca´ıdo el Ministerio para el próximo Sábado?”
Una vez más, todas las cabezas se giraron. Yaxley encogió los hombros.
“Mi Se˜nor, tengo buenas noticias en cuanto a ese punto se refiere. Tras mucha dificultad y después de grandes esfuerzos...he tenido éxito al poner una Maldición Imperius sobre Pius Thicknesse.”
Muchos de los sentados alrededor de Yaxley parecieron impresionados; su contiguo, Dolohov, un hombre con una larga y encrespada cara, le palmeó la espalda.
“Es un comienzo,” dijo Voldemort. “Pero Thicknesse es solo un hombre. Scrimgeour debe estar rodeado por nuestra gente antes de que yo actúe. Un atentado fallido contra la vida del Ministro me hará retroceder un largo trayecto del camino.”
“Si... mi Se˜nor, eso es cierto... pero ya sabe, como Jefe del Departamente de Refuerzo de la Ley Mágica, Thicknesse tiene contacto regular no solo con el propio Ministro, sino también con los Jefes de todos los demás departamentos del Ministerio. Será fácil, creo yo, ahora que tenemos a un oficial de tan alto rango bajo nuestro control, subyugar a los otros, y después podemos trabajar todos juntos para someter a Scrimgeour.”
“Mientras nuestro amigo Thicknesse no sea descubierto antes de convertir al resto,”
dijo Voldemort. “En cualquier caso, parece improbable que el Ministerio vaya a ser m´ıo antes del próximo sábado. Si no podemos tocar al chico en su destino, debemos hacerlo mientras viaja.”
“En ese sentido tenemos ventaja, mi Se˜nor,” dijo Yaxley, que parec´ıa decidido a recibir CAPÍTULO 1. EL ASCENSO DEL SE ˜
NOR TENEBROSO
6
algún tipo de aprobación. “Ahora tenemos a varias personas dentro del Departamento de Transporte Mágico. Si Potter se Aparece o utiliza la Red Flu, lo sabremos inmediatamente.”
“No harán ninguna de las dos cosas,” dijo Snape. “La Orden está esquivando cualquier forma de transporte que esté controlada o regulada por el Ministerio; desconf´ıan de todo lo que tenga que ver con ellos.”
“Aún mejor,” dijo Voldemort. “Tendrá que salir a campo abierto. Mucho más fácil de coger.”
De nuevo, Voldemort levantó la mirada hacia el cuerpo que se revolv´ıa lentamente,
“Me ocuparé del chico en persona. Se han cometido demasiados errores en lo que a Harry Potter concierne. Algunos de ellos han sido m´ıos. Que Potter viva se debe más a mis errores que a sus triunfos.”
Los reunidos observaban a Voldemort aprensivamente, cada uno de ellos, por su expresión, temiendo que pudieran ser culpados por la continuada existencia de Harry Potter.
Voldemort, sin embargo, parec´ıa estar hablando más para s´ı mismo que para ninguno de ellos, todav´ıa dirigiéndose al cuerpo inconsciente sobre él.
“He sido descuidado, y por eso me he visto frustrado por la suerte y la oportunidad, demoledoras de nada más y nada menos que de los planes mejor trazados. Pero ahora estoy mejor preparado. Entiendo lo que no entend´ıa antes. Debo ser yo quien mate a Harry Potter, y lo haré.”
Ante esas palabras, aparentemente en respuesta a ellas, sonó un repentino aullido, un terrible y desgarrador grito de miseria y dolor. Muchos de los sentados ante la mesa miraron hacia abajo, sobresaltados, por el sonido que hab´ıa parecido surgir de debajo de sus pies.
“Colagusano,” dijo Voldemort, sin cambiar su tono tranquilo y pensativo, y sin apartar los ojos de cuerpo que se remov´ıa arriba. “¿No te he dicho que mantuvieras a nuestro prisionero tranquilo?”
“Si, m-mi Se˜nor,” jadeó un hombrecillo en mitad de la mesa, que hab´ıa estado sentado tan abajo en su silla que a primera vista, parec´ıa estar desocupada. Se revolvió en su asiento y salió a toda prisa de la habitación, no dejando tras él nada más que un curioso brillo plateado.
“Como estaba diciendo,” continuó Voldemort, mirando de nuevo a las caras tensas de sus seguidores. “Ahora estoy mejor preparado, necesitaré, por ejemplo, tomar prestada la varita de uno de vosotros antes de ir a matar a Potter.”
Las caras a su alrededor no mostraron nada menos que sorpresa; podr´ıa haber anunciado que quer´ıa coger prestado uno de sus brazos.
“¿Ningún voluntario?” dijo Voldemort. “Dejadme ver... Lucius, no veo razón para que sigas teniendo una varita.”
Lucius Malfoy levantó la mirada. Su piel parec´ıa amarillenta y cerosa a la luz del fuego, y sus ojos estaban hundidos y sombr´ıos. Cuando habló, su voz era ronca.
“¿Mi Se˜nor?”
“Tu varita, Lucius. Exijo tu varita.”
“Yo...”
Malfoy miró de reojo a su esposa, que estaba mirando directamente hacia adelante, CAPÍTULO 1. EL ASCENSO DEL SE ˜
NOR TENEBROSO
7
tan pálida como él, su largo pelo rubio colgaba por su espalda, pero bajo la mesa sus dedos esbeltos se cerraron brevemente sobre la mu˜neca de su esposo. Ante su toque, Malfoy metió la mano en la túnica, retirando una varita, y pasándosela a Voldemort, que la sostuvo en alto delante de sus ojos rojos, examinándola atentamente.
“¿Qué es?”
“Olmo, mi Se˜nor,” susurró Malfoy.
“¿Y el centro?”
“Dragón... nervio de corazón de dragón.”
“Bien,” dijo Voldemort. Sacó su propia varita y comparó sus longitudes. Lucius Malfoy hizo un movimiento involuntario; durante una fracción de segundo pareció como si esperara recibir la varita de Voldemort a cambio de la suya. El gesto no le pasó inadvertido a Voldemort, cuyos ojos se abrieron maliciosamente.
“¿Darte mi varita, Lucius? ¿Mi varita?”
Algunos de los miembros de la multitud rieron.
“Te he dado tu libertad, Lucius, ¿no es suficiente para ti? Pero he notado que tú y tu familia parecéis menos felices que antes... ¿Qué hay en mi presencia en tu casa que te disguste, Lucius?”
“Nada... ¡nada, mi Se˜nor!”
“Mientes, Lucius...”
La suave voz pareció sisear incluso después de que la cruel boca hubiera dejado de moverse. Uno o dos de los magos apenas reprimieron un estremecimiento cuando el siseo creció en volumen; algo pesado pod´ıa o´ırse deslizándose por el suelo bajo la mesa.
La enorme serpiente emergió para arrastrarse lentamente por la silla de Voldemort.
Se alzó, pareciendo interminable, y fue a descansar sobre los hombros de Voldemort; su cuello era más rollizo que el muslo de un hombre; sus ojos, con sus rajas verticales por pupilas, no parpadeaban. Voldemort acarició a la criatura ausentemente con largos dedos finos, todav´ıa mirando a Lucius Malfoy.
“¿Por qué los Malfoy parecen tan infelices con su suerte? ¿No es mi retorno, mi ascenso al poder, lo que deseaban durante tantos a˜nos?”
“Por supuesto, mi Se˜nor,” dijo Lucius Malfoy. Su mano temblaba cuando se limpió el sudor del labio superior. “Lo deseabamos... lo deseamos.”
A la izquierda de Malfoy su esposa hizo un extra˜no y r´ıgido asentimiento, sus ojos evi-taban a Voldemort y a la serpiente. A su derecha, su hijo, Draco, que hab´ıa estado mirando fijamente hacia arriba al cuerpo inerte en lo alto, miró rápidamente hacia Voldemort y apartó la mirada una vez más, aterrado de hacer contacto ocular.
“Mi Se˜nor,” dijo una mujer oscura en mitad de la mesa, su voz sonaba constre˜nida por la emoción, “es un honor tenerte aqu´ı, en la casa de nuestra familia. No puede haber mayor placer.”
Sentada junto a su hermana, de diferente aspecto a ella, con su pelo oscuro y ojos pesadamente perfilados, como lo era en aguante y comportamiento; donde Narcissa se sentaba r´ıgida e impasible, Bellatrix se inclinaba hacia Voldemort, como si las solas palabras no pudieran demostrar su anhelo de estar más cerca.
“No hay mayor placer,” repitió Voldemor, su cabeza se inclinó un poco a un lado CAPÍTULO 1. EL ASCENSO DEL SE ˜
NOR TENEBROSO
8
mientras evaluaba a Bellatrix. “Eso significa mucho, Bellatrix, viniendo de ti.”
La cada de ella se llenó de color, sus ojos se inundaron de lágrimas de deleite.
“¡Mi Se˜nor, sabe que no digo mas que la verdad!”
“No hay mayor placer... ¡ni siquiera comparado con el feliz evento que, según he o´ıdo, ha tenido lugar esta semana en tu familia!”
Ella le miró, con los labios separados, evidentemente confusa.
“No sé lo que quieres decir, mi Se˜nor.”
“Estoy hablando de tu sobrina, Bellatrix. Y la vuestra, Lucius y Narcissa. Se acaba de casar con el hombre lobo, Remus Lupin. Debéis estar orgullosos.”
Hubo una explosión de risas burlonas alrededor de la mesa. Muchos se inclinaron hacia adelante para intercambiar miradas divertidas, unos pocos golpearon la mesa con los pu˜nos. La gran serpiente, disgustada por el tumulto, abrió la boca de par en par y siseó furiosamente, pero los mort´ıfagos no lo oyeron, tan jubilosos como estaban ante la humillación de Bellatrix y los Malfoy. La cara de Bellatrix, recientemente ruborizada de felicidad, se hab´ıa vuelto de un espantoso color rojo.
“No es sobrina nuestra, mi Se˜nor,” gritó sobre el regocijo. “Nosotros... Narcissa y yo...
nunca volvimos a ver a nuestra hermana desde que se casara con el sangresucia. Esa mocosa no tiene nada que ver con ninguna de nosotras, ni ninguna bestia con la que se haya casado.”
”¿Qué dices tú, Draco? ”preguntó Voldemort, y aunque su voz era queda, fue llevada claramente a través de silbidos y risotadas. “¿Harás de canguro a los engendros?”